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¿Tu fintech odia tus criptoactivos? Por qué usar Revolut o PayPal puede salirte mal.

  • Foto del escritor: Franco Fernandez
    Franco Fernandez
  • hace 7 días
  • 11 Min. de lectura

Millones de usuarios compran criptomonedas a través de apps financieras porque son rápidas, simples y familiares. Comprar Bitcoin se siente tan fácil como enviar dinero a un amigo. Sin exchanges complicados, sin verificaciones adicionales, sin monederos confusos.

Pero detrás de esa comodidad tan pulida se esconde una peligrosa contrapartida: en realidad no eres el dueño de tus criptos, y podrías perder el acceso a ellas en cualquier momento.

Veamos por qué depender de una fintech para tus criptomonedas puede acabar perjudicándote, y cómo protegerte si decides hacerlo.


¿Tu fintech odia tus criptos? Ilustración sobre el riesgo de custodia y bloqueo de fondos en apps financieras.

 

El atractivo: por qué la gente usa apps fintech para comprar cripto

A primera vista, las apps financieras hacen que invertir en cripto parezca sencillísimo. Si ya tienes una cuenta con ellas, puedes comprar Bitcoin igual que recargas tu saldo: sin abrir una cuenta en un exchange, sin un KYC adicional, sin curva de aprendizaje. Todo está en una interfaz conocida, justo al lado de tu saldo en euros.


Ahí está el verdadero gancho: una entrada sin fricciones. Estas apps se venden como “amigables con el mundo cripto”, ofreciendo compras instantáneas, gráficos dentro de la app e incluso la posibilidad de gastar tus criptos con la misma tarjeta que usas cada día. Para alguien que nunca ha usado Binance o Kraken, parece más seguro que lanzarse a un exchange “de verdad”.


También existe un efecto confianza. Las grandes marcas dan una sensación de legitimidad: “Si PayPal o Revolut ofrecen cripto, será fiable”, piensan muchos. Así, los usuarios lo tratan como una versión “protegida” del mundo cripto: disfrutan de las subidas del Bitcoin o Ethereum, pero bajo el paraguas de una fintech que parece regulada.


Y en algunas regiones hay una razón muy práctica: muchos bancos todavía bloquean o ponen pegas a las transferencias hacia exchanges de criptomonedas. En esos casos, usar un intermediario como estas apps parece una solución inteligente: mueves el dinero dentro de una fintech (que los bancos “entienden”) y desde ahí accedes al cripto sin levantar alarmas.


El problema es que esa comodidad tiene un coste oculto: estás jugando al cripto dentro del jardín vallado de otra empresa.


El problema oculto: comodidad a cambio de control

Cuando cedes el control de tus activos a un intermediario, también estás renunciando al principio que hace que las criptomonedas sean distintas de las finanzas tradicionales. La regla de oro sigue vigente: “si no son tus llaves, no son tus monedas.”


Cuando “compras” cripto en estas apps, en realidad no posees el activo subyacente. La empresa conserva las claves privadas; tú solo ves un saldo digital dentro de su aplicación. Durante años, algunas plataformas ni siquiera permitían retirar las criptos a un monedero externo. Los usuarios solo podían comprar o vender dentro de la propia app, lo que significaba que su Bitcoin nunca fue realmente suyo para mover.


Como resumía una reseña:

“Si no puedes transferir tus criptos, no eres su dueño: solo confías en que otro las guarde por ti.”

Algunos proveedores han incorporado retiradas limitadas, pero el sistema sigue siendo custodial. La empresa continúa controlando los monederos, y los usuarios dependen de su autorización para acceder a los fondos. Ahí está el verdadero riesgo: si el proveedor decide congelar tu cuenta (o un regulador ordena suspender las operaciones cripto), tus activos quedan fuera de tu alcance al instante. La comodidad que antes parecía liberadora se convierte rápidamente en una trampa.


Puede que te des cuenta demasiado tarde de que tus “criptos” nunca estuvieron bajo tu control: vivían dentro del jardín vallado de una fintech, no bajo tus propias llaves.

 

Cuentas bloqueadas: cuando el “dinero fácil” se queda atrapado

Para muchos usuarios de cripto, este es el verdadero escenario de pesadilla con las fintech: todo funciona… hasta que deja de hacerlo. Un día compras Bitcoin en la app sin complicaciones, y al siguiente estás desconectado, tu saldo bloqueado y el soporte solo responde con mensajes genéricos.


Los bancos tradicionales llevan años haciendo esto con clientes que operan en cripto, pero las fintech pueden ser incluso más estrictas. Sus sistemas de riesgo están afinados para detectar cualquier actividad “inusual”, y las operaciones con criptomonedas están en lo más alto de esa lista.


Abundan los casos: cuentas pausadas tras una transferencia fallida, una ráfaga de pequeñas operaciones o un intento de retirar fondos a un monedero propio. En muchos de ellos, los usuarios pierden acceso durante días mientras se realizan las “revisiones de seguridad”, incluso siendo clientes antiguos.


Algunas plataformas, como PayPal, tienen un largo historial de retener fondos por “motivos de seguridad”, y las operaciones con cripto añaden más disparadores. Poco después de lanzar su servicio de criptomonedas, empezaron a circular informes de usuarios a los que se les impusieron bloqueos de 180 días simplemente por operar con frecuencia. En un caso, alguien realizó unas diez operaciones por valor de unos 10.000 $, y la plataforma consideró la actividad sospechosa: congeló la cuenta y retuvo los 462 $ restantes durante seis meses, incluso después de que el usuario enviara su documentación y explicara cada transacción.


Más recientemente, incluso las retiradas se han visto bloqueadas. Un cliente intentó enviar su Bitcoin y ETH a un monedero externo y recibió este mensaje:

“No podemos transferir tus criptos por el momento. Esta medida puede aplicarse por motivos de seguridad.”

El soporte reconoció que era el sistema automático de seguridad y que no podían hacer nada manualmente. Sin plazo, sin explicación clara. Sus criptos quedaron en el limbo durante días. Su conclusión fue tajante: “Si me ha pasado a mí, te pasará a ti.”


Todos estos casos demuestran lo mismo: cuando usas una fintech para tus criptomonedas, juegas bajo sus reglas. Sus equipos de cumplimiento y sus algoritmos siempre priorizarán la prevención del riesgo antes que tu acceso. Una transferencia un poco más grande de lo habitual, unas cuantas operaciones rápidas o un intento de enviar tus fondos a un monedero propio pueden ser suficientes para activar una revisión automática.


Y una vez que entras en esa revisión, estás dentro de una caja negra. Te pueden pedir:

  • documentación detallada del origen de los fondos,

  • capturas de pantalla de otras plataformas,

  • explicaciones de cada operación,

  • o, directamente, que “esperes 180 días”.


Mientras tanto, tu dinero está congelado.


Ahí está la contradicción de fondo: las fintech venden la cripto como algo instantáneo y cómodo, pero por detrás siguen funcionando como entidades de pago reguladas. Y las entidades de pago hacen primero el bloqueo y después dan las explicaciones.

 

¿Por qué ocurre esto? (El dilema del “de-risking” en las fintech)

A simple vista no tiene sentido: son las mismas empresas que promueven la idea de una “cripto para todos”, pero son las primeras en bloquearte en cuanto realmente la usas. La razón es sencilla: no optimizan para tu experiencia de usuario, sino para su seguridad regulatoria.


Las fintech están en el mismo nivel de riesgo que los bancos en materia de prevención de blanqueo, sanciones, fraude y financiación del terrorismo. Por eso se hacen siempre la misma pregunta:

“¿Cuál es la opción menos arriesgada para nosotros?”Y, muy a menudo, la opción menos arriesgada es no procesar tu transacción cripto en absoluto.

A eso se le llama en el sector “de-risking”: rechazar o abandonar relaciones que parezcan mínimamente arriesgadas, no porque sean ilegales, sino porque supervisarlas resulta costoso o incierto. Y el cripto encaja perfectamente en ese perfil: operaciones seudónimas, transfronterizas, rápidas y, en ocasiones, hacia monederos de autocustodia que nadie más ha verificado.


Así que las fintech adoptan la postura más segura posible: bloquear primero, preguntar después.


Además, la presión regulatoria en Europa no ha dejado de aumentar. Las autoridades exigen cada vez más trazabilidad en los flujos de criptoactivos, más información sobre el origen y destino de los fondos, y un mejor control de las contrapartes.


Con la llegada de la Travel Rule de la UE para transferencias de activos virtuales, los proveedores ahora deben recopilar los datos del remitente y del destinatario de una operación cripto, igual que se hace con una transferencia bancaria. Eso implica:

  • más preguntas sobre a qué monedero estás enviando el dinero,

  • más solicitudes de prueba de titularidad,

  • y más alertas automáticas cuando falta información o no coincide.


Cada dato adicional es una oportunidad más para que el sistema diga: “Esto no encaja - páralo.”


Y hay una segunda capa de la que casi nadie habla: los incentivos.La mayoría de las fintech ganan dinero cuando compras, vendes o intercambias cripto dentro de su app, a través de spreads, comisiones o planes premium. Ganan mucho menos (o nada) cuando retiras tus fondos a un monedero propio o los mueves a otro exchange. Así que mantener una postura “de seguridad” que impida sacar los fondos encaja perfectamente con su modelo de negocio.


Los usuarios ya lo han notado y lo resumen bien:

“Son cripto-friendly… mientras te quedes dentro de la app.”

En conjunto (reglas AML estrictas, cumplimiento automatizado, exigencias de trazabilidad a nivel europeo e incentivos comerciales) el resultado es claro: las fintech adoran ofrecer cripto, pero odian cuando las criptos realmente se mueven.


Más trampas: comisiones, límites y cambios repentinos

Los problemas no acaban con los bloqueos. Incluso si tu cuenta no está congelada, usar una fintech para operar con criptomonedas trae consigo otros riesgos ocultos:


🔹 Comisiones y spreads elevados: esa comodidad suele salir cara. Las tarifas y tipos de cambio de PayPal para cripto pueden ser mucho más altos que los de exchanges especializados. Revolut, por ejemplo, en su plan gratuito añade comisiones al superar ciertos límites mensuales o los fines de semana, y el margen entre precio de compra y venta suele ser poco transparente. En total, podrías estar pagando entre un 5 % y un 10 % más sin darte cuenta, entre sobreprecios y comisiones. Con el tiempo, esa diferencia se come buena parte de tus ganancias.


🔹 Límites en lo que puedes hacer: las fintech imponen restricciones mucho más estrictas en las operaciones. Puede haber límites bajos de compra o retirada diaria/semanal, a menos que pases a un plan premium. ¿Quieres enviar 50.000 $ en Bitcoin para comprar un coche? Buena suerte haciéndolo de una sola vez desde una app de este tipo: probablemente sea imposible por sus límites internos, incluso aunque un exchange tradicional lo permitiría con una verificación adecuada. Estos topes pueden ralentizarte o impedirte ejecutar tu estrategia justo cuando el momento importa.


🔹 No son realmente “tus” criptos: como ya vimos, cuando tus activos están custodiados por un tercero, no hay garantía de acceso cuando lo necesites. No tienes las claves privadas, ni el control total. Además, tu “cuenta cripto” no es una cuenta bancaria: si la plataforma falla o sufre un hackeo, normalmente no hay seguro de depósitos que te cubra. (En el caso de Revolut, las inversiones en cripto “no estaban aseguradas” bajo ningún esquema, a diferencia de los depósitos bancarios). En resumen: confías ciegamente en la seguridad y buena fe de la empresa.


🔹 Servicios que pueden desaparecer de la noche a la mañana: si algo enseña la industria cripto, es a esperar lo inesperado. Las fintech pueden suspender sus servicios cripto de un día para otro, ya sea por cambios regulatorios o decisiones internas. En 2023, por ejemplo, Revolut canceló todos sus servicios cripto en EE. UU. con apenas unas semanas de aviso, alegando el “entorno regulatorio cambiante”. Desde una fecha concreta, los usuarios estadounidenses ya no podían comprar, vender ni siquiera mantener cripto en Revolut: sus tenencias se vendieron automáticamente.Imagina despertarte con ese correo si dependías de la app para tus inversiones. Del mismo modo, PayPal tuvo que pausar las compras de cripto en el Reino Unido durante meses en 2023 para adaptarse a las nuevas normas de la FCA.


🔹 Falta de soporte especializado: si algo va mal con una transacción cripto dentro de una fintech, es probable que el servicio de atención no tenga los conocimientos necesarios para ayudarte con rapidez. Las criptomonedas son solo una pequeña función dentro de su enorme catálogo. Muchos usuarios reportan respuestas genéricas tipo “hemos escalado tu caso al equipo correspondiente” (que bien podría ser un agujero negro). Esto contrasta con los exchanges especializados, donde los agentes saben tratar con hash IDs, direcciones o errores de red. En las fintech, muchas veces estás solo ante el problema, esperando sin respuesta durante días.

 

Entonces, ¿deberías evitar por completo las fintech para cripto?

Depende de tus objetivos. Si solo estás experimentando con pequeñas cantidades para familiarizarte con Bitcoin, estas plataformas pueden servirte como un campo de pruebas rápido: el riesgo es bajo y la comodidad puede compensar los inconvenientes.


Pero si vas en serio con las criptomonedas —ya sea para invertir, operar o mantenerlas a largo plazo— depender de un intermediario fintech suele ser buscarse problemas.


Al final, estas empresas son entidades financieras centralizadas que siguen las reglas del sistema tradicional. Pueden abrirte la puerta al mundo cripto, pero también cerrártela de golpe en cuanto te salgas de sus parámetros (o incluso sin motivo aparente). Es como guardar tu oro en la caja fuerte de otro: todo parece seguro y cómodo… hasta que el dueño cambia la cerradura.


Usa las fintech como rampas de entrada, no como cajas fuertes.


Cómo protegerte si usas una fintech para operar con cripto

Aunque lo más recomendable es usar exchanges regulados o monederos de autocustodia para manejar fondos importantes, aquí tienes algunas pautas prácticas si decides operar con cripto desde una app fintech:


🔹 Mantén los importes bajos y manejables: trata las criptos que tengas en una fintech como dinero de uso cotidiano, no como inversión a largo plazo. Cuanto mayor sea la transacción, más probable es que active una revisión automática. No intentes mover entre 10.000 € y 50.000 € por una app pensada para dividir cafés.


🔹 Evita operar en exceso: realizar muchas operaciones o transferencias seguidas en poco tiempo puede marcar tu cuenta como sospechosa. Por ejemplo, un usuario que hizo diez transacciones en una semana en PayPal acabó con la cuenta bloqueada durante medio año. Si necesitas mover volúmenes grandes, hazlo de forma escalonada y dejando cierto margen entre operaciones.


🔹 Cumple el KYC y mantén la coherencia: asegúrate de que tu perfil esté completo, con tu identidad verificada y la dirección actualizada. Si la app te permite indicar el motivo de una transferencia o registrar un monedero con antelación, hazlo. Cuanto más “cerrado” esté tu perfil, menos excusas tendrán para bloquearte por falta de información.


🔹 Haz coincidir nombres y cuentas: esto es clave. Mueve fondos solo entre cuentas a tu nombre. Si retiras desde una fintech hacia un banco, usa tu propia cuenta (no la de un familiar o amigo). Si ingresas desde un exchange, que esté igualmente a tu nombre. Los nombres que no coinciden generan alertas inmediatas sobre la titularidad —una de las principales causas de bloqueos—.


🔹 Prepara un “paquete de pruebas” del origen de fondos: puede sonar paranoico, pero te ahorrará tiempo si surge un problema. Guarda documentos como capturas de tus compras de cripto, extractos bancarios del dinero usado, TXIDs de las transferencias en blockchain, y nóminas o declaraciones de ingresos. Si tu cuenta entra en revisión, poder mostrar un historial claro y ordenado puede marcar la diferencia entre una molestia corta y un bloqueo de meses.


🔹 Usa plataformas cripto reguladas siempre que puedas: no todos los exchanges son iguales a ojos de los bancos o las fintech. Si planeas retirar o ingresar fondos, hacerlo desde exchanges conocidos y regulados (por ejemplo, autorizados bajo MiCA en Europa) reduce el riesgo de alertas. Las fintech suelen confiar más en transacciones con intermediarios verificados que en monederos desconocidos u offshore.


🔹 Diversifica tus vías de salida: no dependas de una sola app. Ten una segunda cuenta bancaria, otra cuenta de dinero electrónico o un exchange operativo listo. Si te bloquean en una, no querrás quedarte financieramente paralizado durante una semana.


Por último, si tu cuenta acaba congelada, conoce tus derechos. En muchos países, las fintech tienen obligaciones similares a los bancos: deben informarte (al menos de forma general) del motivo del bloqueo y permitirte corregirlo, salvo que una norma lo impida.


Por ejemplo, en la UE, un proveedor de servicios de pago debe justificar el rechazo de una operación y explicar cómo resolverlo, con algunas excepciones por seguridad. Exige respuestas por escrito y documenta todo: fechas, mensajes, errores. Si el soporte no responde, escala tu caso por los canales formales de reclamación. Algunos usuarios incluso han acudido a defensores del cliente o supervisores financieros cuando la empresa no reaccionaba.


Saber que estás dispuesto a defender tus derechos puede acelerar mucho la resolución.


En definitiva, la promesa del cripto es la autonomía financiera sin intermediarios. Irónicamente, introducir nuevos intermediarios (aunque vengan en forma de apps modernas) reabre los viejos problemas. Así que piénsatelo dos veces antes de elegir el camino fácil, porque podría llevarte a un callejón de fondos congelados, verificaciones eternas y pura frustración.


Como se dice en el mundo cripto: “Si no son tus llaves, no son tus monedas.”Y si confías tus monedas a una fintech, no te sorprendas cuando actúe exactamente como un banco tradicional (con los mismos quebraderos de cabeza).

 
 
 

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